Mitos vs Hechos sobre el dolor de espalda
El dolor de espalda es la 5ª razón más común de visita médica. Tarde o temprano 8 de cada 10 personas van a sufrir dolor de espalda, o dicho de otra manera:
el 80% de la población mundial tendrá dolor de espalda en algún momento de su vida.
¿En que porcentaje te encuentras tu, lector? ¿En el 20% o en el 80%? Imagino que si estás leyendo este artículo es porque tienes alguna relación con tu espalda…directa o indirecta.
Bien, si eres una persona afectada por el dolor de espalda imagino que los números de arriba te habrán hecho sentir menos especial…o como mínimo pensar «mal de muchos consuelo de tontos». Aunque las cifras pueden ser un poco alarmantes déjame que te dé algunos datos esperanzadores. Según la evidencia científica actual:
- La mayor parte de los episodios de dolor suelen desaparecer después de 14 días.
- Si sufres esta dolencia hay un 90% de probabilidades de recuperarte sin ningún tratamiento en 3 o 4 meses.
- El 95% de los dolores lumbares son inespecíficos, eso significa que no hay una patología concreta que pueda ser atribuida como causa. Eso quiere decir que con todos estos últimos años de investigación todavía no han conseguido explicar de dónde viene el dolor. Aunque hay estudios sobre el tejido fascial que podrían explicar muchos de los dolores lumbares inespecíficos, hablaremos de ello en otro artículo.
- Del 5% de casos cuyo dolor no es inespecífico, sólo el 1% de pacientes el dolor es en la espalda pero no «de» la espalda (cáncer, infecciones, fracturas,…etc.). En estos casos hay unas señales de alerta: fiebre, antecedentes de cáncer, y las características del dolor difieren a cuando es inespecífico: dolor nocturno, constante, no cambia con los movimientos.
- El 4% restante son pacientes con dolor que sí que está provocado por una lesión concreta de la columna, como una hernia discal que comprime o irrita la raíz nerviosa. Ya que hablamos de hernias discales tenemos que añadir un matiz: el 70% de la población adulta tiene protrusiones del disco y el 30% tienen hernias de disco y ni se enteran. La hernia discal se reabsorve por sí misma con el tiempo, como una herida externa que nosotros podemos ver cómo se va curando…solo que en este caso, como está dentro, no podemos verlo, pero por dentro el cuerpo hace lo mismo.
- Dentro de este 4% también se incluye la estenosis espinal, donde el canal óseo por donde pasa la médula espinal, o los agujeros de conjunción por donde salen los nervios espinales se van estrechando debido a la degeneración. El 60% de las personas mayores de 65 años tienen imágenes de estenosis espinal pero no tienen dolor porque la estructura neurológica no está dañada y la función está conservada.
Importancia de un buen diagnóstico
Como habéis visto en el listado anterior, es muy importante hacer un buen diagnóstico cuando hay dolor de espalda.
Un buen diagnóstico se realiza escuchando atentamente lo que nos cuenta el paciente, haciendo un buen número de preguntas sobre el dolor:
- cuándo aparece
- cómo aparece
- si tiene un inicio traumático, mecánico, brusco o progresivo
- qué empeora el dolor y qué lo mejora
- cuál es su relación con los movimientos que realiza el paciente
- si duele por la noche
- dónde se localiza exactamente el dolor
- si baja por la pierna…etc.
Además de TODO lo relacionado con el dolor también es muy importante conocer los antecedentes médicos del paciente (enfermedades, traumatismos, fracturas, intervenciones quirúrgicas, si toma algún tipo de medicación…etc.)
Y sus hábitos de vida:
- Tipo de trabajo
- Si realiza ejercicio regularmente o tiene una vida muy sedentaria.
- Hábitos de sueño
- Alimentación
- Hábitos tóxicos (tabaco, alcohol…)
- Estado emocional en los últimos meses (por si está viviendo o ha vivido una situación más estresante de lo habitual).
Toda esta información anterior sobre la historia clínica nos dará una «radiografía» sobre la persona que tenemos delante, y nos hará empezar a pensar en un posible diagnóstico inicial, que tendremos que corroborar con la siguiente parte de la visita: LA EXPLORACIÓN MANUAL.
Por desgracia, hoy en día, muy pocos médicos (de familia o traumatólogos) utilizan sus manos para evaluar a los pacientes que tienen delante, y recurren rápidamente a las pruebas de imagen…cuando en realidad si hicieran una buena exploración manual del paciente no serían necesarias. En relación con este hecho os pongo a continuación unos cuantos datos al respecto:
- Hacer una Resonancia Magnética (RM) cuando no está indicado aumenta un 800% el riesgo de que el paciente sea operado sin necesidad. La RM es un instrumento muy potente porque permite ver muchas cosas.
- En el 70% de la población sana existen protrusiones discales que si no comprimen la raíz nerviosa no son las culpables del dolor de espalda. Sólo es necesario hacer una RM cuando la exploración física y la historia clínica lo sugieren.
Tratamientos efectivos según la evidencia científica actual
La mayor parte de episodios de dolor de espalda suelen desaparecer después de 14 días. Estudios recientes han demostrado que el reposo en cama/sofá no sólo es inútil sino que es contraproducente. Lo más indicado es mantener el mayor grado de actividad física que el dolor nos permita, ya que mejora el riego sanguíneo de todos los tejidos y favorece a que el dolor desaparezca antes.
Cuando aparece un dolor agudo en la espalda se genera una situación de inflamación, lo que significa que el cuerpo empieza a segregar substancias inflamatorias que en principio tienen por objetivo curar la lesión. Esta situación es la que normalmente dura 2 semanas, y en este periodo deberíamos tomar la mínima medicación antiinflamatoria posible, puesto que si lo hacemos estaremos cortando los mecanismos de auto-curación del propio cuerpo y dificultaremos la cicatrización de la lesión. En la medida en la que puedas aguantar el dolor…AGUANTA!!! Y en la medida que puedas, cuanto antes recuperes tus hábitos de vida y movimiento, incluyendo actividad física que no te genere dolor, mejor.
El sedentarismo es la principal causa de dolor de espalda, no el trabajo sedentario, sino las horas que no estás trabajando…haces actividad física?
La actividad física es el único tratamiento que ha demostrado tener un efecto terapéutico y preventivo
Además de mejorar la salud Cardiovascular, metabólica, etc. El único inconveniente es que para empezar a ver resultados necesitamos constancia y paciencia porque las primeras semanas probablemente no notemos mucho cambio e incluso pueden aparecer molestias asociadas como las «agujetas». Tenemos que invertir tiempo haciendo ejercicio físico, aunque la rentabilidad no sea inmediata.
Sobre el tipo de ejercicio que es mejor los estudios científicos no han podido demostrar nada concreto al respecto, puesto que hay mucha variabilidad de factores…de lo que si que hay suficientes pruebas es que cualquier ejercicio es mejor que ninguno y esto es así a cualquier edad, por lo tanto no hay «excusas de vago». Siempre es mejor, evidentemente, seguir las recomendaciones de un profesional de la actividad física y el deporte que pueda hacer una evaluación previa de la persona y adaptar el ejercicio a las necesidades individuales cuando hay que hacer un plan de entrenamiento, pero caminar, hacer excursiones, nadar, hacer bicicleta…etc. se puede empezar hacer en el momento en el que el dolor nos lo permita.
Cualquier ejercicio es mejor que ninguno y esto es así a cualquier edad
Cuando el dolor es crónico (se alarga más de 2 semanas, hasta varios meses adelante) además del ejercicio físico hay otras terapias que han demostrado ser efectivas según algunos estudios, por ejemplo: El mindfulness o la terapia cognitivo – conductual. La explicación de porqué estos abordajes son efectivos es porque el dolor es interpretado y procesado por nuestro cerebro. Pensemos por ejemplo alguna ocasión en que nos hayamos hecho un corte sin darnos cuenta, y más tarde, en el mismo día vemos el rasguño. En el momento inicial nos dañamos pero no sentimos dolor, en cambio empezamos a sentir dolor cuando vemos el corte…
El dolor es un sistema de alarma, nos indica que hay algo que no funciona bien o que está en peligro en el cuerpo pero no es un indicador preciso de la lesión concreta en el tejido. Personas con lesiones similares tienen distinto nivel de dolor, y esto depende de muchos factores, como el contexto o el entorno donde el dolor ocurre, si han habido experiencias previas parecidas a ese dolor, recuerdos de dolor, estrés o ansiedad, depresión, miedo, falta de actividad, impotencia, desesperanza…todo esto puede acelerar e incrementar las señales enviadas al cerebro, y como resultado tener más dolor independientemente del daño.
Es como una radio, cuando subes el volúmen no quiere decir que el locutor esté hablando más alto, simplemente estás amplificando el sonido.
Nuestro cuerpo tiene más de 400 nervios individuales, que combinados se extienden a mas de 28km, por lo tanto hay una enorme cantidad de información procesandose en un momento determinado. Cuando tienes dolor por un periodo largo de tiempo los nervios más sensibles lo procesan. Cuando se experimenta un dolor emocional las mismas áreas del cerebro se activan que cuando sufrimos un dolor físico, uno alimenta el otro y están conectados. En este caso, las sensaciones que se activan simultáneamente se mantienen juntas posteriormente.
Pensemos en lo que pasa por ejemplo cuando pensamos en comida, inmediatamente empezamos a segregar más saliva…con el dolor puede suceder lo mismo, cuando estamos estresados o ansiosos y hemos sufrido dolor anteriormente es muy probable que el estrés active la sensibilidad dolorosa y sintamos dolor, sin necesidad de que haya un daño físico real. Afortunadamente hay varias estrategias para manejar esto, como educación, conociendo que el dolor no necesariamente es igual a daño, ejercicios, actividades graduales, terapias de comportamiento cognitivo-conductual o mindfulness.
Nuestro cerebro tiene el centro de procesamiento químico para aliviar el dolor, que está disponible 24horas al día, sin prescripción médica y para usarlo tenemos que hacer ejercicio…sí, el ejercicio es medicina también. Si corremos 4 km nuestro cerebro produce sustancias opioides que son equivalentes a 10mg de morfina. Así que el ejercicio es una droga poderosa pero una de las más infrautilizadas.
Doblarse, torcerse y levantarse no son movimientos peligrosos para nuestrra columna. La llamada postura perfecta no existe.
Hay un consenso general en el abordaje del dolor de espalda y es: primero, acudir a un profesional médico que descarte una posible causa grave del mismo, y una vez descartado evitar el descanso en cama y gradualmente ir recuperando los niveles de actividad normales.
Esperamos con este artículo haber esclarecido algunas de las dudas que pudieran haber en la cabeza del lector. Si padeces dolor de espalda ya sabes lo que debes y no debes hacer.
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- Mejorarás tu postura
- Incrementarás tu vitalidad
- Estarás más animad@
- Mejorarás tu capacidad respiratoria y resistencia cardiovascular.
- Incrementarás la fuerza y la resistencia de tus piernas, abdomen y espalda.
- Ganarás flexibilidad en todo tu cuerpo.
- Mejorarás tu consciencia corporal, imprescindible para aprender a escuchar a tu cuerpo y saber qué necesita en cada momento.
Esperamos poder ayudarte, de todo corazón, a salir del círculo vicioso del dolor crónico, para que puedas decir: